About me

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Todos empezamos a escribir por la misma razón: para liberar los pensamientos más profundos que tememos pronunciar en alto; para ahogar nuestras ansias de llorar y de gritar; para libar el sabor de vaciarnos un poco por dentro y llenar, de arriba abajo, una hoja en blanco que sin nuestros pedacitos de alma en vela, seguro seria del todo insustancial. Ésta es la versión más pura de mi alma. Más bien dicho: esta es mi alma en carne viva. Descubre mis palabras, saborea mis ideas insumisas, absorve un poco de mi eséncia. Dicho esto, soy Alessia Garnet: un futuro, joven y prometedor proyecto de escritora. Una pequeña alma blanca, viva, caótica y valiente.

dilluns, 11 de gener del 2016

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Cobardes. Si, así es como son. Unos estúpidos y jodidos cobardes, no pueden remediarlo. De acuerdo, puede que no todos, puede que sólo un 99'99 por ciento. Gusanitos que entran todos en la manzana, madura y deliciosa, jodidamemte deseable. No pueden evitarlo. Cada milésima parte de su piel les grita que se adentren en ella, que muerdan el anzuelo y caigan en la tentación. Y ahí están, abriéndose paso lentamente hacia el corazón, atravesando cada milímetro de sus adentros y, cuanto más cerca están, a la que se encuentran con el mínimo obstáculo, una semillita, un granito, ahí dan marcha atrás, 180 grados de giro puro y duro para darse la vuelta y volver por donde han venido. Dejando un agujero feo y triste allí por donde han pasado. Y así, obligando a la manzana a darse la vuelta, a esconder la parte mordida, a esconder la cobardía de aquellos que la han deseado. Malditos gusanos, siempre puteando las manzanas más brillantes. Putas manzanas dejándose, a si mismas, vulnerables e inocentes, expuestas a seres tan indeseablemente detestables. Qué mierdas le pasa a la naturaleza, joder. No tiene puto sentido y aún así, venga, dejemos que nos rompan otra vez más, que nos rompan, di que si hostias, como si nos sobraran caras o ilusiones. Qué maldita estupidez.

Alessia Garnet (hasta los ovarios)

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Ahora sabe donde ir.
Sabe dónde esconderse, resguardarse del odio.
¿Puede confesasrse a sí misma que se siente artista?
Artista.
Repite esa palabra.
Sin ser realmente capaz de definirla.
Da lo mismo.
Las palabras no siempre necesitan un destino.
Se les permite detenerse en las fronteras de las sensaciones.
Vagando sin cabeza por el ámbito de lo impreciso.
Y tal es, en efecto, el privilegio de los artistas: vivir en la confusión.

"Charlotte", David Foenkinos.

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